SINTTIA rompe con Carlos Alberto González: sin resultados, sin legalidad y sin respaldo de los trabajadores
El Sindicato Independiente de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz (SINTTIA) ha tomado una decisión contundente: desconocer a Carlos Alberto González como representante sindical en la planta Draxton Irapuato. Esta determinación responde no solo a su falta de respaldo legal, sino a una trayectoria marcada por el descontento, la falta de resultados y la creciente desconfianza entre los propios trabajadores.
Desde el inicio, el liderazgo de Carlos González estuvo plagado de irregularidades. Su proceso de designación generó dudas y se convirtió en un punto de conflicto dentro de la planta. Lejos de impulsar avances en los derechos laborales, su gestión se caracterizó por la opacidad, la falta de acción concreta y un discurso lleno de promesas vacías. Su figura, en lugar de fortalecer la representación sindical, la debilitó.
La situación llegó a un punto crítico cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó el proceso de detentación realizado el 30 de noviembre de 2023, confirmando que su mandato carecía de sustento legal. Esta resolución reafirmó la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo para el sindicato CONASIM, dejando sin efecto cualquier autoridad de Carlos González en la planta.
Más allá del plano jurídico, lo que realmente duele entre los trabajadores es la profunda decepción que dejó Carlos Alberto González. Durante más de un año, prometió mejoras que jamás se materializaron. Lejos de respaldar a la base trabajadora y honrar la confianza que muchos depositaron en él, Carlos González tomó decisiones enfocadas en su propio beneficio, dejando de lado las verdaderas necesidades y demandas de quienes debía representar.
Pese a su intento por seguir presentándose como representante sindical, SINTTIA ha sido enfático: Carlos Alberto González no tiene facultades ni voz para hablar en nombre del sindicato. Suplantar una representación legítima no solo atenta contra la democracia sindical, sino que deshonra a quienes depositaron su confianza en él.
El mensaje es claro: sin resultados, sin legalidad y sin el respaldo de la base trabajadora, no hay cabida para liderazgos simulados.