San Juan y la Presa de la Olla: Celebraciones centenarias que mantienen viva la identidad guanajuatense.
Guanajuato, Gto.– En el corazón de Guanajuato capital, donde las leyendas caminan entre callejones empedrados y el eco de la historia vibra en cada rincón, las Fiestas de San Juan y la Presa de la Olla ocupan un lugar especial en el alma colectiva de la ciudad.
Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando la construcción de la Presa de la Olla —entre 1741 y 1749— marcó un hito para el desarrollo de la entonces ciudad minera. Concebida como una obra hidráulica para abastecer de agua potable y controlar las avenidas pluviales provenientes de los cerros, la presa pronto se convirtió en símbolo de prosperidad, renovación y vida.
Con el paso del tiempo, la apertura de sus compuertas dejó de ser solo una acción técnica. Ya en 1847, se tiene el primer registro formal de este acto como una festividad pública, acompañada de música, comercio y convivencia entre familias. El momento era sellado por las notas del “Vals sobre las olas” de Juventino Rosas, pieza que aún hoy acompaña la liberación del agua, como una melodía que parece flotar sobre el cauce.
Agua, música y agradecimiento
La fiesta adquirió fuerza propia, vinculándose además con la celebración de San Juan Bautista, cuyo día —el 24 de junio— coincidía con el inicio del temporal de lluvias y el calendario agrícola. Fue así como la ciudad transformó una necesidad hidráulica en una de sus tradiciones más entrañables.
Aunque la apertura de la presa se realiza de acuerdo con el nivel del embalse y las condiciones climáticas, la tradición marca que debe llevarse a cabo el primer lunes de julio, siempre y cuando haya suficiente agua para garantizar el espectáculo.
Este 24 de junio, como cada año, los cuevanenses celebrarán a San Juan Bautista, patrono de la ciudad, con un tradicional desayuno en el patio de la Secretaría de Finanzas, al que asisten autoridades estatales y representantes del sector minero.
Mientras tanto, las calles del centro histórico, el Jardín Unión, la Presa de la Olla y el Paseo de la Presa se llenan de música, color, gastronomía tradicional y el espíritu festivo de una comunidad que honra la vida con cada gota de agua que brota de su historia.
Una tradición con reconocimiento oficial
Más allá de lo simbólico, estas fiestas son una memoria colectiva que resiste el paso del tiempo. A lo largo de las décadas han sobrevivido a transformaciones políticas, sociales e incluso tecnológicas, manteniéndose como una de las expresiones más genuinas de la identidad guanajuatense.
Por su importancia cultural, las Fiestas de San Juan y de la Presa de la Olla fueron declaradas Patrimonio Cultural Intangible del Estado de Guanajuato el 24 de junio de 2013, a través de un decreto que reconoce su valor como legado vivo.