Promesas vacías de Niels Cortés y Transformación Sindical siembran desconfianza entre los trabajadores

En los últimos dos días, la planta Martinrea ha sido testigo de despidos, empleados se han quedado sin trabajo y sumidos en la incertidumbre. En medio de esta crisis, Niels Cortés y su agrupación, Transformación Sindical, han emergido una vez más con sus habituales promesas de ayuda. El sindicato asegura que su equipo jurídico luchará para que los empleados despedidos obtengan una liquidación superior a la que la ley establece. Sin embargo, los trabajadores afectados no parecen convencidos, y es fácil entender por qué.

El escepticismo hacia las promesas de Cortés y su sindicato está más que justificado. En diversas ocasiones anteriores, Transformación Sindical ha hecho grandes promesas que, en la práctica, han resultado ser simples cortinas de humo. Los empleados recuerdan bien las veces en que el sindicato se ha presentado como salvador, solo para dejar a los trabajadores en el limbo sin soluciones concretas. “Prometen que van a conseguir algo mejor, pero cuando pasa el tiempo, no ves ni un peso extra ni una defensa real”, comenta uno de los trabajadores despedidos, que prefirió mantenerse en el anonimato por miedo a represalias.

Este patrón de incumplimientos ha dejado a los empleados con una amarga sensación de que Transformación Sindical solo busca aparentar que está al lado de los trabajadores, cuando en realidad sus acciones demuestran lo contrario. “Solo se hacen notar cuando les conviene o quieren quedar bien, pero luego desaparecen”, denuncia otro ex trabajador, quien señala que la ayuda prometida rara vez se materializa en acciones tangibles.

La desconfianza generalizada hacia el sindicato ha crecido de forma alarmante en los últimos meses. Los trabajadores ya no creen en las palabras de Niels Cortés, a quien muchos ven como un oportunista más interesado en ganar protagonismo que en defender los derechos laborales. Sus promesas repetitivas y vacías, que en su momento pudieron haber inspirado esperanza, ahora son vistas como cínicos intentos por mantener una fachada de apoyo sin hacer absolutamente nada por mejorar las condiciones de los afectados.

Transformación Sindical ha demostrado una y otra vez que su compromiso con los trabajadores es superficial, más una estrategia de relaciones públicas que una auténtica defensa de los derechos laborales. En este caso particular, las promesas de liquidaciones superiores parecen ser otra táctica para calmar el descontento, sin un plan real para cumplirlas.

La situación en la planta no solo es un golpe devastador para los trabajadores despedidos, sino también una clara muestra de la desconexión entre los intereses del sindicato y las verdaderas necesidades de los empleados. En lugar de actuar como un verdadero aliado, Transformación Sindical parece estar más preocupado por salvar las apariencias y evitar que su imagen pública se vea dañada.

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